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  • Foto del escritorLic. Fabricio Frias

Bitácora del Abogado. IV


Al inicio de nuestra vida como profesionistas tendemos a querer aprender lo práctico, después de años de conceptos teóricos.


La experiencia que nos brinda nuestra incipiente vida profesional, se modifica conforme pasan los años en ese ámbito profesional, y al pasar los años, la experiencia que nos brinda la vida, es un cúmulo de sabiduría y una visión muy distinta de aquella primera imagen de la vida profesional.    


Y me refiero a que como recién egresado el mundo luce como un gran pliego de oportunidades para formarte en tu vida profesional, el inicio es una verdad amarga, que te hace sentir la adversidad y te pone a prueba como ser humano. Personalmente lo viví, la influencia del entorno y esa capacidad de adaptación y de reconocer el error, está en la grandeza de la sabiduría, pues entre los errores y la constancia de avanzar a pesar de ir en la dirección opuesta, es lo que permite crecer, valorar, entender y crearte una visión más profesional que la que tenías al salir de la universidad.    


En mis primeros años como "abogado", lo resalto, porque realmente no podía considerarme un abogado completo y no quiero que se malentienda, que cause confusión, pero yo creo que para un abogado es fundamental, por supuesto haber concluido la licenciatura, pero también una serie de virtudes que no llegan como posesiones inmateriales, ni siquiera hay una intromisión de carácter ilustrativo en la Facultad, ninguna de ellas son temas de debate, ni parte de la formación durante la carrera, hasta que uno mismo, llega a completar su formación profesional y eliges hacia donde recorrer ese camino, siempre habrá vertientes, caminos dispares, y seré yo solamente que deba elegir, en la elección ya no habrá vuelta, quizá el retorno sea imposible, cuando eliges, vives con ello y te transforma.


Más allá de lo que uno llega a aprender y absorber en las Clases en la facultad de Derecho, como profesionista creces en el momento que tomas tu primer asunto. Eso te devuelve a la realidad, si es que tenías un idealismo guerrero cuando iniciabas la carrera o incluso después de haberla terminado, yo tuve esa utopía de crear en mi mente un ejercicio de justicia y de creerme justiciero de todos y para todos. 


Mi primer cliente, no solo me ancló a la realidad, me mostró indirectamente, el mundo de las leyes desde un punto de vista humano y aprendí el concepto de justicia de una manera fría y directa.    


¿Qué es la justicia? Pregunta recurrente en la carrera de derecho. ¿Qué es el humanismo? Pregunta no tan recurrente, pero que vale tenerla en cuenta para este punto. Yo sólo quería que mi cliente a través de un juicio familiar, obtuviera un fallo favorable. Después de todo, es el trabajo fundamental de un abogado. Pero como profesional el trabajo de un abogado no debe limitarse a memorizar una serie de compendio de leyes y aplicarlas.    


Este juicio significaba para mí dos cosas, poner a prueba mi capacidad y por otra, crecer profesionalmente. Simplemente eso.    


El juicio me enseñó, al ser mi primer asunto que litigaba solo, una serie de virtudes que descubrí en mí, otras que adquirí conforme avanzaba, ese aprendizaje constante, es el camino que he elegido. Ningún aprendizaje está completo, ningún aprendizaje termina, en esta carrera es más evidente. Como abogado desarrollé a través de mis diversas experiencias, que iniciaron con ese juicio familiar sobre patria potestad y adopción, aprendí la paciencia, escuchar, que la verdad tiene varias versiones pero la que defiendes debe ponderarse, aprendí a ser abierto al diálogo, aprendí a estudiar y valorar cada esfuerzo por pequeño que sea, a nunca menospreciar a un adversario, pero a respetar su trabajo también, porque como yo, también ejerce su trabajo con prudencia, aprendí el valor, la defensa y sobre todo, a entender a mi cliente, no como un número más si no como un ser humano, que yo siendo un desconocido, pone en mis manos su problema para darle solución, ese es el mayor valor de todos.   


Conforme avanzaba el juicio, mi aprendizaje fue más allá de las leyes y los libros, aprendí cuestiones humanas, sobre relaciones personales, sobre amistad, entusiasmo, enfrentar la adversidad, y, esas pequeñas cosas que enriquecían sabiamente, porque es probable que como abogado conozca de procesos y leyes, pero existe algo que se percibe solo con la experiencia que da la vida, la humanidad, esa fuerza que te da saber que una persona que acude a ti, fue despojada, humillada, engañada y tienes tu conocimiento para revertir la situación, como era coincidente en enfrentar la adversidad lograba encontrar empatía y un punto en común.    


El juicio más reciente me ha hecho rememorar aquel primero y como mi actual visión ha acumulado una serie de vivencias y aprendizajes que profesionalmente, han creado en mí un abogado con mayor sentido humano, crítico, legal y sobre todo de justicia.    


Me pregunto constantemente ¿Qué me hace falta aún por aprender?

Porque no hay que considerarse el mejor, para dejar de aprender cada día, ni menospreciarse para no intentarlo alguna vez.


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